Las tendencias de bienestar van y vienen, pero algunas prácticas perduran por una razón. Si bien las botas de compresión, la terapia de luz roja y los baños de hielo tienen su lugar, la sauna sigue siendo una de las opciones más recurrentes para la recuperación, y no solo porque sienta bien.
El uso de la sauna se ha asociado desde hace tiempo con beneficios tanto para el cuerpo como para la mente, ofreciendo una forma suave de apoyar el proceso de recuperación sin añadir esfuerzo. Y para quienes buscan crear una rutina sostenible, es una de las herramientas más accesibles disponibles.
Calor y recuperación muscular
La exposición al calor mejora el flujo sanguíneo, lo que facilita que el oxígeno y los nutrientes lleguen a los músculos con mayor eficiencia. Esto puede reducir el dolor muscular después del entrenamiento, aliviar la rigidez articular y favorecer la movilidad general. Muchos descubren que incluso una breve sesión de sauna después del ejercicio puede mejorar notablemente la sensación corporal.
Sudoración y desintoxicación
Aunque el término "desintoxicación" se usa demasiado en el ámbito del bienestar, el cuerpo utiliza el sudor para eliminar desechos. La piel, el órgano más grande del cuerpo, contribuye a la eliminación de ciertas toxinas, y la sudoración profunda y constante que se produce en las sesiones de sauna puede contribuir a este proceso.
Alivio del estrés y apoyo para dormir
Más allá del aspecto físico, las saunas también benefician al sistema nervioso. Su uso regular puede ayudar a reducir los niveles de cortisol (la hormona relacionada con el estrés), estimular la liberación de endorfinas y promover un sueño más profundo y reparador. Muchos describen la sensación posterior a la sauna como similar a la de terminar una larga caminata o una meditación suave: calma, lucidez y conexión a tierra.
Beneficios de longevidad
Estudios recientes han vinculado el uso constante de la sauna con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y deterioro cognitivo. Se cree que estos efectos son el resultado de un estrés leve y controlado en el cuerpo (un proceso llamado hormesis), que desarrolla resiliencia con el tiempo.
Cómo empezar
La mayoría de las personas se benefician de sesiones de 10 a 20 minutos, dependiendo de su tolerancia al calor. Es importante mantenerse hidratado, escuchar las señales del cuerpo y tomarse un tiempo para refrescarse después. Algunos prefieren combinar la sauna con la exposición al frío, mientras que otros la utilizan como una práctica independiente para relajarse y recuperarse.
Pensamiento final:
Ya sea que se utilice después de un entrenamiento o como una forma de relajarse después de un día ajetreado, la terapia de sauna ofrece un método probado en el tiempo y respaldado por la ciencia para apoyar la recuperación y el bienestar general, sin la necesidad de rutinas complicadas ni tecnología costosa.